martes, 12 de agosto de 2008

Batman Begins: Cuando el murciélago vuela bajo…

Batman Begins
EE UU, 2005
★★★✰✰

Con la precisión del más experto Arguiñano, los maestros de los fogones de Hollywood tienen la extraña habilidad de dar de vez en cuando con la receta mágica del pelotazo taquillero. La cosa tiene mérito si se tiene en cuenta la poca variedad de ingredientes de que suelen disponer: una chica guapa (a medio pelar), un chico guapo (pelado del todo), un puñado de malos malísimos especialistas en encajar guantazos, y cuarto y mitad de explosiones, petardos y ruidos de todo tipo, directamente importados de los restos de serie de las Fallas. Los (pocos) que además de gastarse mil pesetas en una entrada quieran que la historia que les cuenten les haga pensar, que se vayan a ver a Woody Allen, que para eso le dejan hueco.

A veces, sin embargo, suena la flauta, y una película predestinada a limitarse a cumplir con los tópicos se las apaña para ir un puntito más allá. Es la ventaja que, a poco que se sea hábil, otorga basarse en una historia como la de Batman, que no por manoseada deja de ser fascinante: la Warner, además de poner la pasta, da el guión ya casi hecho, así que el director (Christopher Nolan), libre de presiones, puede permitirse recrearse en detalles a priori secundarios. La consecuencia negativa es que nos vamos a más de dos horas de metraje, pero aun así no se hace demasiado pesado, esto no es una “burtonada” como las perpetradas hace década y media. Nolan consigue sacar adelante un filme de lo más aseado prácticamente sin despeinarse. Pero claro, tanto andarse por las ramas tiene sus riesgos, sobre todo cuando se trata de una saga tan famosa que el público se sabe de memoria el argumento antes incluso de ver la propia película. No sería de extrañar que algún espectador se sintiera traicionado por darle más protagonismo a la persona que copa la identidad secreta de Batman que al hombre-murciélago en sí mismo. También puede hacerse bastante raro que el superhéroe, en su afán por salvar el mundo, empiece provocando muchos más destrozos (o “daños colaterales”, como se dice ahora) que beneficios. El triple mortal con tirabuzón garantiza un vuelo espectacular, pero no hay red de protección: si el tren de aterrizaje falla, la morrada será de órdago.

Para estabilizar el planeo, aparte de la consabida y por lo visto nunca suficientemente derrochada pirotecnia, se cuenta con un reparto de lo más competente. Obviando los recelos que siempre despierta el hecho de que el actor protagonista (Christian Bale) tenga más pecho que la actriz principal (Katie Holmes), ambos cumplen con solvencia con sus papeles, aunque quizás sea achacable una cierta frialdad al que encarna a Bruce Wayne. Entre los secundarios, sublime una vez más Morgan Freeman. Lástima que no se pueda decir lo mismo de los dobladores, en especial de la que se encarga de pasar al castellano a Rachel Dawes: el chirriante tono de telepredicador en pleno sermón que le han puesto hace desear que el villano de turno no tenga compasión alguna por ella. Por otra parte, la ambientación, aunque en ocasiones parezca algo exagerada, en general es bastante aceptable: la banda sonora, sin ser particularmente novedosa, cuadra a la perfección con el ambiente sórdido de megalópolis decadente que los responsables de atrezzo y sobre todo vestuario han conseguido crear.

Que este último sea el mayor punto de fuerza puede ser bastante significativo. Quien espere un filme extremadamente innovador acabará sintiéndose defraudado, porque a fin de cuentas esto no deja de ser una de superhéroes, pero los fanáticos del género le reprocharán, con razón, que le falta chispa. El valiente Nolan se queda a mitad de camino: su película es entretenida, resultona, se deja ver, pero difícilmente levantará pasiones. Afortunadamente para él, la saga da para mucho. Esto es sólo el principio.

La próxima: Reservoir Dogs

1 comentario:

Anónimo dijo...

Por ahora de acuerdo con las dos críticas! ^^ pero claro.... yo también soy una espectadora media, y sincera :)
feliz verano, cuak cuak!